"Como el Padre me amó, así también los he amado yo: permanezcan en mi amor. Si cumplen mis mandamientos, permanecerán en mi amor, como yo he cumplido los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Les he dicho todas estas cosas para que mi alegría esté en ustedes y su alegría sea completa. Este es mi mandamiento: que se amen unos a otros como yo los he amado. No hay amor más grande que dar la vida por sus amigos, y son ustedes mis amigos, si cumplen lo que les mando. Ya no les llamo servidores, porque un servidor no sabe lo que hace su patrón. Los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que aprendí de mi Padre. Ustedes no me eligieron a mí; he sido yo quien los eligió a ustedes y los preparé para que vayan y den fruto, y ese fruto permanezca. Así es como el Padre les concederá todo lo que le pidan en mi Nombre. Ámense los unos a los otros: esto es lo que les mando".

Juan 15,9-17

Tanto la imagen del Buen Pastor (cf. El relato del Buen Pastor, origen y significado) como la de la Vid y los sarmientos ("La vid verdadera" del evangelio de Juan y su origen), son alegorías clásicas del evangelio de Juan para revelarnos el misterio de Jesús, que entrega su vida por sus amigos, y que de esa entrega, de esa muerte, ellos recibirán vida nueva. Si en el Antiguo Testamento Israel es presentada como la viña del Señor que produce siempre frutos malos, en este evangelio Jesús es proclamado como la nueva vid, a la que están unidos sus sarmientos y que darán buen fruto para Dios. En este contexto especial Jesús proclama el mandamiento del amor: “los unos a los otros” (v.17). 

Jesús profundiza en la imagen de la vid y enseña a sus discípulos cómo ser modelos de verdaderos cristianos. Por supuesto, este Jesús no es el Jesús histórico, sino el Jesús de Juan que convierte en alegoría lo que tal vez pudo ser una parábola de Jesús referida, con seguridad, al Reino de Dios.

La erudita francesa Annie Jaubert (1912-1980) considera que esta cita joánica es un comentario sobre la imagen de la vid construido con una estructura concéntrica –como le gusta mucho a Juan (cf. El Logos en el poema de Juan evangelista)- cuyo mensaje central es la alegría de Jesús y la alegría de sus discípulos (v.11); este meollo está rodeado de los vv.10 y 12 sobre el mandamiento del amor y los vv.9 y 13 sobre el amor perfecto. Profundizo. 

En v.9 el amor del Padre a Jesús es la medida del amor de Jesús hacia sus discípulos, y por lo tanto, es la medida con la que los discípulos están llamados a amarse entre sí. Este amor, como el del Padre al Hijo, es un amor perfecto y digno de imitarse. En v.13 se esclarece la inmensidad de este amor, se especifica su perfección: “dar la vida por los amigos”. Hasta este extremo se debe amar.

Los vv.10 y 12 aclaran que este circuito del amor (Padre, Jesús, Discípulos, los demás) no es una práctica sugerida sino un mandato, una ley. El amor y la obediencia dependen mutuamente, si se cumple el mandamiento permanecemos dentro del circuito del amor. La comunidad de Juan interpretó esto como un mandato de Jesús el que se entregara la vida por los demás:

“Él (Jesucristo) entregó su vida por nosotros; y en esto hemos conocido el amor; ahora también nosotros debemos dar la vida por los hermanos” 1Juan 3,16.

Raymond Brown considera a esta interpretación joánica como el origen del “martirio cristiano”, y que llevó a muchos cristianos del siglo II a dejarse matar alegremente ante la estupefacción –y burla- de muchos letrados griegos o romanos. Según Raúl González Salinero, el filósofo griego Epícteto, en sus Disertaciones IV, 7, 6 

“atribuía este comportamiento a una insensata locura que se había convertido para los adeptos de esta secta judaica (a quienes llama «galileos») en una costumbre (éthos) que, si bien exigía un gran coraje, no reportaba aparentemente ningún beneficio positivo” (Gonzáles, “Los primeros cristianos y la condenación a morir desgarrado por las bestias (damnatio ad bestias): una visión crítica”).

Pues bien, cumplir este mandato de Jesús de amarse unos a otros como él los ama, hasta la muerte, hará que surja la alegría entre ellos (v.11). La alegría completa y corona el circuito del amor.

Este cumplimiento los hará amigos de Jesús (v.14) y serán, por tanto, modelo de verdaderos seguidores, dentro de un plan descrito en el v.16: son elegidos, preparados, enviados, llamados a producir buenos frutos, y que esos frutos permanezcan en el amor de Jesús, dando inicio nuevamente al círculo. “Ámense unos a otros” (v.17), es así como debe comenzar todo.

También puedes leer:

*¿Cuáles fueron las fuentes que utilizó el evangelista Juan para componer una de las alegorías más hermosas de su evangelio? ¿La "vid verdadera" tiene su origen en Jesús o más atrás en el tiempo?

*¿La imagen del Buen Pastor es original de Jesús? ¿De dónde obtiene Juan las ideas para construir este símbolo? ¿Cuál es el significado que Juan le da a la figura del Buen Pastor?

*¿Cuál es propósito de los relatos de las apariciones de Jesús? ¿qué relación tienen con las pugnas entre las primeras comunidades cristianas?