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Verdades sobre la crucifixión de Jesús

La crítica histórica se pronuncia

Publicado: 2015-04-03
¿Quiénes fueron los responsables de la muerte de Jesús? ¿Por qué mataron a Jesús? ¿Qué significaba morir en la cruz en el Imperio romano? ¿Cuáles fueron las causas de la muerte de Jesús? ¿Cuándo murió Jesús?
hablar de la crucifixión

Hablar acerca de la crucifixión de Jesús es adentrarse en una selva de investigaciones y datos científicos, teológicos y espirituales de la que no saldríamos jamás. Muchos estudiosos, creyentes (católicos y protestantes), agnósticos y ateos, han escritos cientos de libros, desde el siglo XVIII, siglo en el que empezó este interés por el Jesús histórico, para desentrañar todos los detalles de esta crónica, y responder las preguntas más urgentes que por siglos se han hecho todos quienes amamos a este personaje principal de la historia de la humanidad. 

De todos estos concienzudos estudiosos, he escogido a cinco de mis preferidos para responder a cinco de las preguntas fundamentales sobre la muerte de Jesús.

los autores y las preguntas

Los autores. Gerd Theissen (Alemania 1943) es un teólogo protestante, estudioso del cristianismo primitivo desde una perspectiva sociológica. Raymond E. Brown (EEUU 1928), considerado el más grande exégeta católico de los últimos tiempos. Joachim Gnilka (Alemania 1928), teólogo y exégeta católico, experto en lenguas orientales. José Antonio Pagola (España 1937), teólogo católico que ha sido reprendido por la Iglesia Católica por sus estudios poco ortodoxos sobre Jesús; y por último, Antonio Piñero (España 1941), filólogo muy influyente, experto en literatura del cristianismo primitivo, y es agnóstico. 

Las preguntas. ¿Quiénes fueron los responsables de la muerte de Jesús? ¿Por qué mataron a Jesús? ¿Qué significaba morir en la cruz en el Imperio romano? ¿Cuáles fueron las causas de la muerte de Jesús? ¿Cuándo murió Jesús?

¿Quiénes fueron los responsables de la muerte de Jesús?

Responde Gerd Theissen.

“La muerte de Jesús es la consecuencia de ciertas tensiones entre un carismático de origen rural y una élite urbana, entre un movimiento judío de renovación y el dominio romano, entre el heraldo de un cambio cósmico, que trasformaría también el templo, y los representantes del status quo. Las razones de índole religiosa y de índole política no se pueden aducir aisladamente unas de otras: es cierto que Jesús no quería alcanzar el poder con ayuda de sus discípulos; pero anunció la llegada inminente de un «reinado de Dios» en el que los primeros serían últimos, y los últimos primeros. Dios iba a instaurar ese reino milagrosamente. En el reino de Dios, Jesús y sus discípulos gobernarían sobre Israel (Lc. 22, 28-30 par.). No había sitio para el gobierno de la aristocracia del templo ni para los romanos. Ambos colectivos eran los adversarios de Jesús, pero perseguían intereses dispares. El sanedrín tomó nota de su profecía contra el templo; su crítica ponía en entredicho la legitimidad de sus privilegios. El prefecto romano tuvo que desconfiar del «reinado» que anunciaba Jesús; su poder corría peligro. Por eso, ante el sanedrín, Jesús fue objeto de escarnio como «profeta» (Mc. 14, 65); y ante los romanos, como «rey» (Mc. 15, 16-18); pero unos y otros compartían el interés común de evitar el desorden. Unos y otros actuaron conjuntamente en el proceso contra Jesús. Intervinieron pequeñas élites de judíos y romanos. Pero participó también gente normal: una multitud judía exigió a gritos la muerte de Jesús; soldados paganos maltrataron y crucificaron a Jesús como «rey de los judíos ». Los discípulos desempeñan un papel importante: Judas delató el lugar de estancia de Jesús y permitió su arresto sin llamar la atención. Todos los discípulos huyeron. Pedro le negó por no arriesgarse. No es correcto preguntar por la «culpa» en la muerte de Jesús. Sólo cabe contestar la pregunta por la responsabilidad de su condena. Esa responsabilidad está en los romanos que actuaron por iniciativa de la aristocracia local judía. Cabe mencionar, además, muchas causas y factores: Jesús mismo arriesgó su desenlace al dirigirse a Jerusalén. Toda su actividad presenta una nota de auto estigmatización. Jesús se expuso, consciente de que le lloverían las agresiones. Es igualmente cierto que fue víctima de unos conflictos estructurales entre la ciudad y el campo, entre judíos y romanos, entre el pueblo y la aristocracia. Muchos sufrieron bajo estos conflictos” (El Jesús histórico. 1996).

dibujo de cerezo barredo

¿Por qué mataron a Jesús? 

Responden Gerd Theissen y Joachim Gnilka.

“Hay tres aspectos de su actividad que dieron pie a ellas: 1. Su actitud hacia la Torá; 2. su crítica al templo; y 3. algunos aspectos explosivos de su predicación, como la espera del reinado de Dios o la pretensión mesiánica. De estos tres factores, quizá la crítica al templo y el vaticinio sobre él fueron decisivos. La «crítica» a la Torá que hizo Jesús no pasa de ser una interpretación liberal de la misma. Con ella pudo llamar la atención e impactar, pero eso no era motivo para quitarle la vida. Lo mismo cabe decir de sus esperanzas escatológicas; otros judíos las compartieron. Pero al intensificarse esas esperanzas con la aparición de un carismático, cundió la alarma entre los estamentos superiores. Las esperanzas escatológicas deslegitimaban el orden establecido del mundo y de la sociedad. Pero con la crítica al templo, Jesús entraba en conflicto con el núcleo religioso del judaísmo de la época. El judaísmo era entonces mucho más una religión del templo que una religión de la Torá” (El Jesús histórico. 1996). 

Continúa Gnilka: “El derecho penal romano estima dos hechos que eran apropiados para dar una valoración jurídica a la acusación presentada por los principales sacerdotes: la perduellio (delito grave de hostilidad) y el crimen maiestatis populi Romani imminutae (daño inferido al prestigio del pueblo romano). No se puede trazar, sin más, una línea divisoria entre ambas acusaciones, en virtud de la calidad del acto punible cometido. Sin embargo, el crimen maiestatis tiene mayor amplitud. Es algo que depende, más bien, de la interpretación de los jueces. Hubo procesos ya acabados de perduellio, que volvieron a revivir bajo la acusación de crimen maiestatis. La perduellio tiene mayor gravedad. En ambos casos, Jesús —por no ser ciudadano romano— podía ser castigado con la muerte en la cruz. No sabemos qué fórmula utilizó Pilato para condenar a Jesús” (Jesús de Nazaret. 1990).

¿Qué significaba morir en la cruz en el Imperio romano?

Responde José A. Pagola.

"La crucifixión era considerada en aquel tiempo como la ejecución más terrible y temida. Flavio Josefo la considera “la muerte más miserable de todas” y Cicerón la califica como “el suplicio más cruel y terrible”. Tres eran los tipos de ejecución más ignominiosos entre los romanos: agonizar en la cruz (crux), ser devorado por las fieras (damnatio ad bestias) o ser quemado vivo en la hoguera (crematio). La crucifixión no era una simple ejecución, sino una lenta tortura. Al crucificado no se le dañaba directamente ningún órgano vital, de manera que su agonía podía prolongarse durante largas horas y hasta días. Por otra parte, era normal combinar el castigo básico de la crucifixión con humillaciones y tormentos diversos. Los datos son escalofriantes. No es extraño mutilar al crucificado, vaciarle los ojos, quemarlo, flagelarlo o torturarlo de diversas formas antes de colgarlo en la cruz. La manera de llevar a cabo la crucifixión se prestaba sin más al sadismo de los verdugos. Séneca habla de hombres crucificados cabeza abajo o empalados en el poste de la cruz de manera obscena. Al describir la caída de Jerusalén, Flavio Josefo cuenta que los derrotados “eran azotados y sometidos a todo tipo de torturas antes de morir crucificados frente a las murallas... Los soldados romanos, por ira y por odio, para burlarse de ellos, colgaban de diferentes formas a los que cogían, y eran tantas sus víctimas que no tenían espacio suficiente para poner sus cruces, ni cruces para clavar sus cuerpos”. La crueldad de la crucifixión estaba pensada para aterrorizar a la población y servir así de escarmiento general. Siempre era un acto público. Las víctimas permanecían totalmente desnudas, agonizando en la cruz, en un lugar visible: un cruce concurrido de caminos, una pequeña altura no lejos de las puertas de un teatro o el lugar mismo donde el crucificado había cometido su crimen. No era fácil de olvidar el espectáculo de aquellos hombres retorciéndose de dolor entre gritos y maldiciones. (…) La crucifixión no se aplicaba a los ciudadanos romanos, excepto en casos excepcionales y para mantener la disciplina entre los militares. Era demasiado brutal y vergonzosa: el castigo típico para los esclavos. Se le llamaba servíle supplícíum. El escritor romano Plauto (ca. 250-184 a. C.) describe con qué facilidad se les crucificaba para mantenerlos aterrorizados, cortando de raíz cualquier conato de rebelión, huida o robos. (…) El ritual de la crucifixión exigía que los cadáveres permanecieran desnudos sobre la cruz para servir de alimento a las aves de rapiña y a los perros salvajes; los restos eran depositados en una fosa común. Quedaban así borrados para siempre el nombre y la identidad de aquellos desgraciados” (Jesús, aproximación histórica. 2007).

¿Cuáles fueron las causas de la muerte de Jesús?

Responde Raymond E. Brown.

Brown describe en su texto una serie de teorías recogidas desde 1847. La tesis de J. C. Stroud sobre la rotura violenta del corazón seguida por una hemorragia contundente; la tesis de P. Barbet sobre la muerte por asfixia a causa de los pulmones llenos de dióxido de carbono debido a la inmovilidad de los músculos intercostales; la tesis de W. D. Edwards sobre la combinación de asfixia y shock hipovolémico, además de insuficiencia de irrigación sanguínea, y sigue. Finalmente concluye: “El reciente estudio de Zugibe ("Two"), médico forense y especialista en patología, se acerca a ese ideal. Rechaza la teoría de LeBec, Barbet y otros sobre la asfixia, argumentando que los experimentos en los que ellos se basan fueron realizados con hombres colgados de las manos colocadas casi verticalmente sobre la cabeza. Él ha experimentado con voluntarios cuyos brazos, en simulada crucifixión, formaban con la vertical del poste a partir de los hombros, un ángulo de 60° ó 70°, sin que amenazase una situación de asfixia. Afirma que el shock producido por la deshidratación y la pérdida de sangre es la única explicación médica verosímil para la muerte de Jesús en la cruz. Obviamente, ninguno de los comentaristas médicos ha llegado a una certeza sobre la cuestión; y aunque el único modo de aproximarse más a ella sería probar con la crucifixión real, confiamos en que práctica tan bárbara haya quedado confinada para siempre en el pasado” (La muerte del Mesías. 1994).

¿Cuándo murió Jesús?

Responde Antonio Piñero.

“No lo sabemos con exactitud. Según cálculos astronómicos fiables, y de acuerdo con la fecha probable del nacimiento de Jesús (antes de la muerte de Herodes el Grande: Lucas 2,1-7 y Mateo 2,1), por tanto entre el 6 – 5 a.C., y con la estimación aproximada del tercer evangelista de la edad que Jesús tendría al comenzar su vida pública (“unos treinta años”: Lucas 3,23) hay dos fechas posibles: a. 7 de abril del año 30; b. 3 de abril del año 33; en las que pudo coincidir la Pascua con un sábado, 15 de nisán (nota mía: esta es la Pascua en la que según los evangelios sinópticos Jesús celebró la última cena, y que según el evangelio de Juan, Jesús fue crucificado). No me decanto por ninguna” (Ciudadano Jesús. 2012). 

Y aún queda mucho por preguntarse y responderse.



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Escrito por

Enrique Mesías

Compositor, cantautor y músico. A veces, maestro de escuela. Desenterrar al Jesús histórico es mi pasión desconocida. www.enriquemesias.com


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Notsrí socavado

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