"Seis días después, toma Jesús consigo a Pedro, Santiago y Juan, y los lleva, a ellos solos, aparte, a un monte alto. Y se transfiguró delante de ellos, y sus vestidos se volvieron resplandecientes, muy blancos, tanto que ningún batanero en la tierra sería capaz de blanquearlos de ese modo. Se les aparecieron Elías y Moisés, y conversaban con Jesús. Toma la palabra Pedro y dice a Jesús: «Rabbí, bueno es estarnos aquí. Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías»; - pues no sabía qué responder ya que estaban atemorizados -. Entonces se formó una nube que les cubrió con su sombra, y vino una voz desde la nube: «Este es mi Hijo amado, escuchadle.» Y de pronto, mirando en derredor, ya no vieron a nadie más que a Jesús solo con ellos".

Marcos 9: 2 - 8

El relato de la transfiguración de Jesús es propio de la Cuaresma, porque nos prepara para su resurrección. Una gran parte de los estudiosos cree que este relato es ajeno al contexto en donde Marcos lo coloca, podría haber sido, mas bien, una tradición post pascual, es decir, una historia de aparición del Jesús resucitado, y que como consecuencia de la memoria y la transmisión oral de estos recuerdos se convirtió en un relato de sentido escatológico. La principal razón para esta sospecha es que Marcos utiliza el mismo término griego que otros libros usan para describir la presencia del resucitado (cf. 1 Corintios 15,5; Lucas 24,34).

Las interpretaciones de los estudiosos sobre este relato son diversas y se corresponden con el pensamiento y las confesiones de cada uno ellos. Aquellos que encuentran historicidad en el relato han "hallado" el escenario de la transfiguración, el Monte Tabor, a 560 metros de altura, cerca de Nazaret, y se apoyan en una tradición del siglo IV (Cf. Cirilo de Jerusalén, Cat. XII). Los que consideran que la historia tiene un eco del Antiguo Testamento encuentran en el Salmo 89 (v. 20: "Antaño hablaste tú en visión a tus amigos, y dijiste: «He prestado mi asistencia a un bravo, he exaltado a un elegido de mi pueblo") el posible origen de la escena. Entre los racionalistas la cosa se pone casi divertida: Jesús parado a contraluz en un ocaso, los discípulos envueltos en una tormenta nocturna, ilusiones ópticas y psicosis colectivas. La crítica textual encuentra respuestas para los que gustan del estilo literario de los autores de los evangelios.

Marcos no guarda muchos secretos al respecto. Está claro que no podemos asegurar que el relato contenga un hecho histórico, menos si fue en principio una historia post pascual, pero sí está claro que la intención del evangelista es regalarnos, en esta escena maravillosa, una anticipación de la escatología, del final poderoso que ha de venir. Esto se deduce principalmente por la mención de Elías y Moisés, en ese orden, en la historia. En la transfiguración Jesús se identifica claramente con Moisés evocando su encuentro con Dios en el monte Sinaí: como a Jesús, Yavé se manifiesta en el monte en medio de una nube 

(Éxodo 24, 15: "Y subió Moisés al monte. La nube cubrió el monte"); 

su rostro tuvo características angelicales divinas como consecuencia de haber visto a Dios 

(Éxodo 34, 29: "Luego, bajó Moisés del monte Sinaí y, cuando bajó del monte con las dos tablas del Testimonio en su mano, no sabía que la piel de su rostro se había vuelto radiante, por haber hablado con él"); 

y todo esto sucedió al séptimo día, así como la transfiguración de Jesús (cf. Marcos 9, 2) 

(Éxodo 24, 16: "La gloria de Yahveh descansó sobre el monte Sinaí y la nube lo cubrió por seis días. Al séptimo día, llamó Yahveh a Moisés de en medio de la nube"). 

El séptimo día es también el día de la resurrección, detalle que nos traslada de inmediato al final de los tiempos, y explicaría, según algunos estudiosos, la razón por la que Marcos menciona a Elías antes que a Moisés, para Marcos es más importante el sentido escatológico del relato porque su intención es revelarnos que con Jesús se inicia el tiempo final, el Reino de Dios instaurado en Israel. Según los textos judíos Elías será el antecesor del día de Yavé, él vendrá primero antes de darse por iniciado el tiempo mesiánico (Cf. Marcos 9, 11), y su presencia en la transfiguración de Jesús dan prueba de la mesianidad de este y de la inminencia del fin de los tiempos.

No cabe duda que Pedro, Santiago y Juan son los preferidos de Jesús, con ellos hay cierta conexión distinta a la del resto de sus amigos: solo a ellos elige para entrar en casa de Jairo y resucitar a su hija (Cf. Marcos 5, 37), solo a ellos les pide que lo acompañen en su oración desgarrada en el huerto de Getsemaní poco antes de su arresto (Cf. Marcos 14, 33) y es solo a ellos a quienes se revelará transfigurado. En contra de los que piensan en psicosis colectivas, es evidente que el relato es una epifanía, no es una visión de los discípulos, Dios mismo les está revelando la gloria de su poder y la paz de la "bienaventuranza celestial". Los tres excepcionales amigos de Jesús están convencidos de que la majestuosidad mesiánica está frente a sus ojos, que han empezado a vivirla ya. Por eso Pedro ofrece, "inocentemente" aclara Marcos, construir las tiendas para los tres importantes personajes. Lo que experimentan es tan maravilloso que desean "quedarse" ahí, pero también tienen miedo (Cf. v. 6) y no por lo que ven sino por su condición desnudada, son pequeños, insignificantes, por eso Marcos sugiere la poca inteligencia de sus palabras (v. 6 "no sabía lo que decía"). Pero, además, Pedro comete un serio error, como es su estilo. El discípulo no entiende todavía el significado de la misión de Jesús, al buscar quedarse en la experiencia de lo divino Pedro desconoce el destino del Mesías (la muerte y resurrección) y pretende que no se cumpla. Al querer instalar una tienda para Dios olvida que las nubes son la tienda de Dios, a través de ellas manifiesta su presencia (Cf. Éxodo 16, 10). El origen de la "tienda" debe estar en Éxodo 25, 8 - 9: 

"Me harás un Santuario para que yo habite en medio de ellos. Lo haréis conforme al modelo de la Morada y al modelo de todo su mobiliario que yo voy a mostrarte"; 

era la tienda donde se guardaba el Arca de la Alianza.

Y Dios dice: "Este es mi Hijo amado, escuchadle" (v. 7). Es el motivo central del relato, todo lo demás ha sido la preparación para oír de Dios esas palabras, que no están dirigidas sino a los discípulos para manifestarles el origen, el destino y la divinidad de Jesús. Jesús no recibe mensaje ni misión en su transfiguración, la escena es una llamada a sus seguidores a permanecer fieles a él. 

Detalle. Los estudiosos creen que la frase "más que a Jesús solo con ellos" del versículo final 8 fue añadido posteriormente al relato original, sugiriendo que Jesús desaparecía junto con la nube, reforzando con esto la teoría de que se trataba de un relato de alguna aparición de Jesús resucitado.

También puedes leer:

*¿Jesús fue al desierto? ¿son el desierto y los 40 días un símbolo?

*Jesús sana a un leproso, pero tal vez no lo era. ¿Existía la lepra en Palestina del siglo I?