"A continuación, el Espíritu le empuja al desierto, y permaneció en el desierto cuarenta días, siendo tentado por Satanás. Estaba entre los animales del campo y los ángeles le servían. Después que Juan fue entregado, marchó Jesús a Galilea; y proclamaba la Buena Nueva de Dios: «El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en la Buena Nueva.»"

Marcos 1:12-15

Se inicia el tiempo de la Cuaresma y el desierto bíblico se convierte en un tema recurrente. La Iglesia enseña que en este tiempo debemos prepararnos para vivir a plenitud la Semana Santa y la Pascua, y tomamos como ideal el tiempo de preparación de Jesús en el desierto antes de empezar su propia misión. Por supuesto, estos artículos no tienen tal intención. El interés principal siempre es contarles, a ustedes lectores, lo que la crítica textual e histórica dice acerca de cada uno de los relatos que comentamos aquí. 

Para el evangelio de Marcos, el paso de Jesús por el desierto es conciso, casi informativo, no tiene mayor desarrollo como sí lo hacen Mateo y Lucas en sus evangelios respectivos. A Marcos le interesa dejar en claro el mesianismo de Jesús y su poder por encima de las fuerzas del mal, si Jesús es el Mesías e Hijo de Dios es necesario verlo vencer a Satanás antes de dar comienzo a su tarea mesiánica. Después de su bautismo, parece decirnos Marcos, Jesús se convierte en “sujeto de la acción”, Dios lo ha señalado como el amado y el Espíritu ha tomado posesión de él, por eso lo “impulsa”, lo “empuja” hacia el desierto.

Algunos autores han buscado precisar geográficamente el territorio donde Jesús pudo “vivir su desierto”, y proponen que se trata del desierto de Judea en la ribera del río Jordán, sin embargo creo, junto con los verdaderos estudiosos del Nuevo Testamento, que este relato es una construcción literaria del evangelista. Pensar en el desierto de Jesús como un dato histórico sería pecar gravemente de ingenuidad. Marcos no describe la ubicación ni la geografía del lugar, para él el desierto “es un espacio de recuerdos y de experiencias pasadas para el hombre de la Biblia” (Gnilka 1978). Y es que el desierto es un lugar común en el Antiguo Testamento, para el judío verdadero significaba el lugar de la prueba, de la fortaleza de la fe y del rechazo del pecado. Dios llevó a su pueblo Israel al desierto para ponerlo a prueba (cf. Deuteronomio 8,2s) pero Israel renegó de Dios y renunció a su condición de pueblo elegido (Éxodo 16,2s). En la construcción de Marcos, el desierto es el lugar donde Jesús será tentado –Marcos solo hace referencia a la tentación no al ayuno- y donde este dará prueba de su fidelidad al Padre; Jesús representa ahora al Pueblo de Dios. 

Nuevamente Marcos se remite al Antiguo Testamento cuando dice que Jesús “permaneció en el desierto cuarenta días” (v. 13). Cuarenta días y cuarenta noches permaneció Moisés en ayuno en el monte Sinaí (cf. Éxodo 34,28s); cuarenta días caminó Elías por el desierto hacia el monte Horeb (cf. 1 Reyes 19,8); cuarenta años pasó el pueblo de Israel en el desierto. El desierto y los cuarenta días evocan en estas historias un período de especial contacto y amparo de Dios, y Marcos quiere envolver a Jesús con este entorno para iniciarlo en su misión.

Es fácil deducir que el relato de Marcos nos remite a muchos pasajes del Antiguo Testamento, pero ¿en qué pensaba exactamente el evangelista cuando compuso esta historia? Los estudiosos comparan a Jesús con Elías y sus respectivos relatos en el desierto, pero la teoría más aceptada se refiere a Adán. En el libro del Génesis el primer hombre es tentado y engañado por Satanás, y ciertamente puede hacerlo con el último. Jesús es presentado como final de una historia y comienzo de otra que corresponde con el tiempo de Dios y su Reino, Jesús es el nuevo Adán. De hecho Adán vivía rodeado de animales salvajes y comía de los frutos del paraíso; Jesús “estaba entre los animales del campo” (θηριων = bestias salvajes) y los ángeles lo servían. Esto último puede hacer referencia (¿lo pensó Marcos?) a la naturaleza humana de Jesús (los animales) y a su naturaleza divina (los ángeles). 

Por último, y aceptado el dato histórico que dice que Marcos es en realidad la palabra escrita de una comunidad de cristianos viviendo (tal vez en Palestina, tal vez en Roma) una situación específica de peligro (muerte de Pedro 64 d.C. – destrucción del Templo de Jerusalén 70 d.C.), se cree que este relato de Marcos anima a su comunidad de cristianos a sobreponerse a las tentaciones (persecuciones, apostasías) y no abandonar el camino de Dios.

En cuanto a los versículos 14-15: "Después que Juan fue entregado, marchó Jesús a Galilea; y proclamaba la Buena Nueva de Dios: «El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en la Buena Nueva.» pueden leer el artículo "Los pescadores del Reino de Dios".

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